Costaleras de la Hermandad de la Caridad de Ciudad Real denuncian que les impiden participar en la Semana Santa.
CIUDAD REAL, 2 de diciembre.
En un giro inesperado en el ámbito de las tradiciones religiosas de la región, las mujeres que forman parte de la Cuadrilla de Costaleros del Cristo de la Caridad en Ciudad Real han alzado su voz ante una controvertida medida impuesta por la nueva dirigencia de la Hermandad. Según han denunciado, la prohibición unilaterial de que hombres y mujeres participen conjuntamente en la procesión de Semana Santa 2025 atenta contra la historia y la inclusividad que ha caracterizado a la hermandad desde 2013.
Elena María López, destacada costalera y hermana devota del Cristo de la Caridad, compartió sus preocupaciones en una entrevista con Europa Press. En una reunión celebrada el pasado viernes, la Junta Directiva de la Hermandad comunicó a las ocho costaleras su decisión de prohibir la formación de cuadrillas mixtas, levantando un manto de controversia en un seno que tradicionalmente había permitido la participación femenina. Esta decisión, argumentan las afectadas, contradice la práctica establecida desde hace una década, cuando se permitió la integración de mujeres en el grupo tras las gestiones de hermanas como Ángela y Carmen.
La historia de la cuadrilla es significativa: aunque en sus inicios fue exclusivamente masculina, en 2013 se abrió la puerta a la participación femenina, y desde entonces han trabajado codo a codo, formando un equipo unido. Sin embargo, el reciente cambio de liderazgo, bajo la dirección de Agustín Sánchez, ha echado por tierra esta evolución, sorprendiendo a quienes habían celebrado décadas de progreso inclusivo. López resalta que esta decisión se tomó sin consultar a los 228 miembros de la Hermandad, lo cual considera un acto de desconsideración hacia la comunidad.
En su declaración, López enfatiza que una cuestión de tal trascendencia debería ser discutida en una asamblea general donde toda la Hermandad tuviera voz y voto. Sin embargo, la Junta dejó claro que la decisión estaría bajo su exclusivo criterio, un gesto que many mujeres consideran como un claro signo de autoritarismo.
La situación se agrava, ya que se estableció el 19 de enero como fecha límite para reclutar a una cuadrilla femenina de 32 integrantes, un ultimátum que pone en riesgo la participación de las mujeres en la próxima Semana Santa. A pesar de los esfuerzos, la situación se volvió más tensa tras el último comunicado del capataz de la cuadrilla, quien anunicó, de forma unilateral, la eliminación definitiva de la cuadrilla femenina debido a la disconformidad expresada por las costaleras.
Ángela María Rodríguez, que fue pionera en la inclusión femenina en la cuadrilla en 2013, señala que la decisión de la dirigencia es un intento deliberado de desplazar a las mujeres en un ámbito que históricamente les ha pertenecido. Rodríguez no oculta su desánimo, resaltando las dificultades inherentes a la tarea de encontrar otras 24 mujeres dispuestas a asumir la carga del pesadísimo paso del Cristo, algo que ya resulta complicado incluso entre los hombres.
Esta situación ha alimentado el sentimiento de que las acciones de la actual Junta son discriminatorias y reflejan una actitud machista. Rodríguez afirma que se sienten ofendidas y considera un retroceso inaceptable el hecho de que se quiera privar a las costaleras de su derecho a participar. La costalera expresa con firmeza: "Nosotras queremos continuar, pero con nuestros compañeros, como lo hemos hecho hasta ahora. No estamos dispuestas a que nos separen por razones ajenas a nuestra vocación y compromiso."
La incertidumbre reina en el horizonte de la Semana Santa de 2025, y Rodríguez, con un tono desafiante, admite que aunque esta batalla parece perdida, no se rendirán. La lucha por la igualdad y por el reconocimiento de la labor de las costaleras femeninas es ahora más crucial que nunca, especialmente para garantizar que las futuras generaciones de mujeres no enfrenten las mismas barreras que enfrentaron ellas en su camino hacia la inclusión.
Finalmente, Rodríguez subraya la relevancia de desafiar una decisión que consideran "fuera de lugar" y espera que su esfuerzo sirva para abrir puertas para las futuras generaciones, asegurando que su hija y otras jóvenes no tengan que experimentar la lucha que ellas han enfrentado. En este caso, lo que se erige como una simple batalla en el terreno de la tradición se convierte en un verdadero símbolo de resistencia y búsqueda de igualdad dentro de un contexto que bendice tanto la comunidad como la fe.
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