La unión de Castilla y Aragón con los Reyes Católicos es un acontecimiento histórico de gran importancia en la formación de la España moderna. Durante siglos, la península ibérica estuvo dividida en múltiples reinos y territorios que luchaban por el poder y la supremacía. Sin embargo, con la unión de Castilla y Aragón bajo los monarcas Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, se sentaron las bases para la consolidación de un estado unitario y poderoso.
Antes de la unión de Castilla y Aragón, la península ibérica estaba marcada por la presencia de varios reinos cristianos y musulmanes que se disputaban el control de los territorios. La Reconquista, un proceso de varios siglos durante el cual los reinos cristianos intentaban expulsar a los musulmanes de la península, había dejado un mapa político fragmentado y conflictivo.
Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, conocidos como los Reyes Católicos, se casaron en 1469 y juntos gobernaron de manera conjunta los reinos de Castilla y Aragón. A lo largo de su reinado, llevaron a cabo importantes reformas políticas, administrativas y religiosas que sentaron las bases para la unificación de España.
Uno de los eventos clave que llevó a la unión de Castilla y Aragón fue la guerra de sucesión castellana, en la que los Reyes Católicos se enfrentaron a Juana la Beltraneja, sobrina de Isabel, por el trono de Castilla. Tras la victoria de los Reyes Católicos en la batalla de Toro en 1476, se aseguró la sucesión de Isabel en el trono de Castilla.
Tras consolidar su poder en Castilla, los Reyes Católicos se centraron en unificar también el reino de Aragón. En 1479, se firmó el Tratado de las Alcubillas, que estableció las bases para la unión de Castilla y Aragón bajo una misma corona. En 1481, se firmó el Tratado de Cazorla, que estableció los términos de la unión y la forma de gobierno conjunta.
Con la unión de Castilla y Aragón, los Reyes Católicos iniciaron una ambiciosa política de expansión territorial que les llevó a conquistar el reino de Granada en 1492, poniendo fin a la presencia musulmana en la península. Además, financiaron el viaje de Cristóbal Colón a América, lo que marcó el comienzo de la expansión colonial española.
Uno de los aspectos más controvertidos del reinado de los Reyes Católicos fue la instauración de la Inquisición en 1478, con el fin de combatir la herejía. Además, en 1492, se emitió el Edicto de Granada, que ordenaba la expulsión de los judíos de España. Estas medidas marcaron un duro golpe para la diversidad religiosa y cultural del reino.
La unión de Castilla y Aragón con los Reyes Católicos tuvo un impacto duradero en la historia de España. Su reinado sentó las bases para la construcción de un estado centralizado y poderoso, que se convertiría en una potencia mundial en los siglos posteriores. Además, su política expansionista y colonial dejó un legado que perdura hasta la actualidad.
Los Reyes Católicos también dejaron su huella en la cultura y la sociedad española. Durante su reinado, se produjo un florecimiento de las artes, la literatura y la arquitectura, con la construcción de monumentos emblemáticos como la Alhambra de Granada y la Universidad de Salamanca. Además, se establecieron las bases para la unificación lingüística del país a través de la promoción del castellano como lengua oficial.
En el aspecto político, la unión de Castilla y Aragón sentó las bases para la creación de un estado moderno y centralizado. La administración de los Reyes Católicos introdujo reformas que mejoraron la eficiencia del gobierno y la recaudación de impuestos, lo que permitió financiar sus ambiciosos proyectos militares y expansionistas.
En conclusión, la unión de Castilla y Aragón con los Reyes Católicos fue un hito fundamental en la historia de España. Su reinado marcó el inicio de una nueva era de unidad y poder para la península ibérica, que se consolidaría en los siglos posteriores. El legado de los Reyes Católicos perdura hasta la actualidad, influenciando aspectos de la política, la cultura y la sociedad española.