La región de Castilla La Mancha, situada en el centro de la península ibérica, ha sido habitada por diversas culturas a lo largo de la historia. Una de las más importantes y fascinantes es la de los Celtíberos, un pueblo originario del centro-norte de la península que se estableció en esta zona alrededor del siglo VI a.C.
Los Celtíberos eran un grupo étnico formado por la mezcla de pueblos celtas y pueblos iberos que habitaban la región. Se cree que su llegada a Castilla La Mancha se debió a migraciones procedentes del norte de la península, que buscaban nuevas tierras para asentarse.
A lo largo de los siglos, los Celtíberos se asentaron en la región y establecieron numerosos núcleos de población, creando un próspero y organizado sistema social y político. Su influencia se extendió por toda Castilla La Mancha, dejando huellas que perduran hasta nuestros días.
La sociedad Celtíbera estaba estructurada de forma jerárquica, con una nobleza guerrera en la cúspide y una población campesina en la base. Los nobles Celtíberos eran líderes militares y políticos, que gobernaban sobre los distintos clanes y tribus de la región.
La economía de los Celtíberos se basaba principalmente en la agricultura y la ganadería, con cultivos de cereales, vid y olivo que les proporcionaban sustento. También eran expertos en la metalurgia y la artesanía, produciendo armas, herramientas y objetos de gran calidad.
La religión Celtíbera estaba basada en la adoración de la naturaleza y de distintas divinidades asociadas a los elementos. Realizaban ceremonias y rituales en honor a sus dioses, con sacrificios y ofrendas para asegurar la fertilidad de sus tierras y la protección de sus comunidades.
La cultura Celtíbera se manifestaba en sus costumbres, su arte y su arquitectura. Eran expertos en la construcción de fortificaciones y poblados fortificados, como el oppidum de Numancia, que destacaba por su imponente muralla y su disposición estratégica.
Los Celtíberos mantuvieron relaciones comerciales y diplomáticas con otras culturas de la península, como los romanos, los íberos y los celtíberos del norte. Estas relaciones les permitieron intercambiar productos, conocimientos y tecnologías, enriqueciendo su cultura y su sociedad.
A lo largo de los siglos, los Celtíberos se vieron amenazados por las invasiones de otros pueblos y por la expansión del imperio romano. Tras años de lucha y resistencia, Castilla La Mancha fue finalmente incorporada al territorio romano en el siglo II a.C., poniendo fin a la era Celtíbera en la región.
El legado de los Celtíberos perdura en Castilla La Mancha, en sus ruinas, en sus tradiciones y en su gente. Su historia nos habla de valentía, de orgullo y de sacrificio, de un pueblo que supo defender su tierra y su cultura hasta el último aliento.
Descubrir y estudiar la cultura Celtíbera en Castilla La Mancha es adentrarse en un mundo fascinante y desconocido, lleno de misterios y de maravillas por descubrir. Su legado nos invita a reflexionar sobre nuestro pasado y sobre nuestra identidad, recordándonos que la historia de esta tierra es la historia de sus pueblos, de sus sueños y de sus luchas.