
GUADALAJARA, 9 de agosto.
Hoy se cumplen 30 años de una de las tragedias más impactantes en la historia reciente de los municipios de Yebra y Almoguera. En un fatídico día de 1995, una repentina crecida de agua cobró la vida de diez personas y dejó a sus residentes con profundas cicatrices emocionales. Con este motivo, se están realizando dos documentales y una exposición que buscan revivir la memoria y los sentimientos de aquellos momentos.
La riada, desencadenada por una poderosa tormenta, dejó una huella imborrable en la comunidad. El director de los documentales, Javier Castañón, ha trabajado arduamente para contribuir a esta conmemoración a través de una colección de más de 200 fotografías y relatos conmovedores que invitan a la reflexión sobre la prevención de desastres naturales.
El fenómeno climático que ocurrió aquella tarde, que descargó más de 60 litros de agua en menos de una hora, devastó a Yebra, donde la tragedia fue particularmente severa. Muchos hogares y estructuras fueron destruidos, y el dolor de perder a diez seres queridos marcó el destino de la localidad.
En Almoguera, aunque no hubo pérdidas humanas, la devastación fue significativa. Algunos habitantes reflexionan sobre cómo una riada anterior, ocurrida solo ocho años antes, les permitió estar mejor preparados en ese difícil momento. Las lecciones de la historia parecen haber sido clave para afrontar la calamidad con dignidad.
La muestra titulada '30 años de la riada' tiene como objetivo no solo rememorar los hechos, sino honrar la capacidad de resistencia y reconstrucción de estos pueblos. A través de paneles temporales, los visitantes podrán seguir la trágica trayectoria del agua y sus efectos devastadores, así como el arduo proceso de recuperación posterior, que ha costado cerca de 2000 millones de pesetas, según el alcalde de Yebra, Juan Pedro Sánchez.
Más que una simple exhibición sobre una catástrofe, esta exposición es un homenaje a la fortaleza de dos comunidades que han aprendido a levantarse de sus cenizas sin olvidar lo sucedido. Se presenta como una llamada a la acción para que otros no repitan los errores del pasado, especialmente en lo que respecta a la planificación urbana en zonas propensas a inundaciones.
Ambos alcaldes, Juan Pedro Sánchez de Yebra y Antonio Barona de Almoguera, subrayan la importancia de que el conocimiento sobre los riesgos se transmita a futuras generaciones. Insisten en que es vital actuar con anticipación, cuidando el medio ambiente y tomando decisiones responsables que puedan salvar vidas.
A partir de hoy, la exposición estará disponible en Almoguera y posteriormente se trasladará a Yebra. Los testimonios de personas como Sonia y Sergio aportan un elemento humano profundamente resonante a esta conmemoración, recordando lo que vivieron durante aquella noche fatídica.
Sonia Torre, por ejemplo, evocó cómo el agua comenzó a inundar su hogar mientras el cielo se oscurecía. La desesperación y la búsqueda de familiares eran palpables, y las cicatrices emocionales de esa noche perduran en su memoria.
Por otro lado, Sergio Villalba recuerda la angustia por la suerte de su padre, que trabajaba en un trasvase ese mismo día, y su temor constante mientras las aguas llevaban consigo todo a su paso.
Las imágenes capturadas por el fotoperiodista Javier Castañón, poco después de la tragedia, sirven como un testimonio visual poderoso, complementado con material de archivo que ha enriquecido los documentales realizados. Las voces de quienes vivieron esa bien aprendida lección permanecen grabadas y son recordatorias del valor de la memoria colectiva.
En la presentación de la exposición, ambos alcaldes expresaron la importancia de recordar y aprender de la tragedia. Según Juan Pedro Sánchez, la realidad vivida ese día no debe ser olvidada, sino utilizada como una oportunidad para transformar y fortalecer la comunidad.
Antonio Barona, por su parte, reafirmó que la resiliencia de Almoguera es un modelo a seguir, enfatizando que el dolor de aquellos tiempos difíciles es un llamado constante a ser precavidos para evitar que un evento similar ocurra en el futuro.
Ambos líderes agradecieron, además, la colaboración de distintas entidades y la comunidad, que se unieron en el esfuerzo por reparar los daños. Juntos, Yebra y Almoguera enfrentan el futuro con la esperanza de que el conocimiento de sus experiencias sirva a otros para prevenir desastres similares.
En la actualidad, los dos municipios comparten esta dolorosa pero vital memoria. Esta exposición itinerante busca educar a las futuras generaciones y asegurar que el dolor de ayer no se repita en el mañana. Aunque los jóvenes de hoy pueden no conocer completamente lo acontecido, los relatos de los más viejos todavía resuenan, recordándoles la importancia de estar preparados y escuchar a la naturaleza.
Las administraciones locales, conscientes de los riesgos que conlleva vivir en zonas inundables, han realizado obras significativas para mitigar el impacto de posibles futuras riadas, materiales por valor de alrededor de 2000 millones de pesetas, como afirma el alcalde de Yebra, con la esperanza de que se minimice el riesgo de una tragedia similar.
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