Crónica Castilla-La Mancha.

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Exposición de obras en papel de Máximo Robisco, conocido como el 'pintor pastor', en Sigüenza.

Exposición de obras en papel de Máximo Robisco, conocido como el 'pintor pastor', en Sigüenza.

GUADALAJARA, 14 de diciembre.

La Galería de Arte de Sigüenza se prepara para recibir desde este sábado 14 de diciembre hasta el próximo 12 de enero, una emotiva exposición que rinde homenaje al pintor guadalajareño Máximo Robisco, conocido por su obra pictórica en papel en diversos formatos. Aunque Robisco nació en la pequeña localidad de Luzón, su vida se desarrolló mayormente en la ciudad seguntina, donde finalmente dejó este mundo en 2011.

En esta muestra, los visitantes tendrán la oportunidad de apreciar por primera vez una selección de la obra de este artista, apodado el 'pintor pastor'. A pesar de su modesto oficio como carnicero, su talento artístico siempre fue visible. Sin embargo, su singular personalidad le mantuvo en un segundo plano durante gran parte de su vida. Ahora, gracias al esfuerzo de su familia, su legado se pone a la vista de todos en el lugar que lo vio crecer y donde se ha mantenido en el recuerdo.

Máximo Robisco, aunque influenciado por el célebre grupo de artistas 'El Paso', nunca llegó a ser parte de él. Para él, tanto la pintura como la literatura representaban su refugio diario, un lugar donde podía escapar de las exigencias del mundo. Su vida estuvo marcada por la soledad que, tras su fallecimiento, sus descendientes han decidido romper, trayendo a la luz la figura de un bohemio autodidacta, tal como lo describió su sobrino, el escritor Julio Robisco. En 1959, realizó su primera exposición individual en Madrid, un paso significativo en su carrera artística.

Conocido inicialmente como el 'pintor pastor', a lo largo de su vida Máximo equilibró su trabajo diario con encuentros artísticos y exposiciones de sus pintores favoritos. Para él, estas actividades representaban un espacio en el que su alma solitaria podía hallarse en comunión con las corrientes vanguardistas, sin que la venta de sus obras fuera un objetivo prioritario.

Tal como lo recuerda Julio Robisco, su sobrino, Máximo llevaba una existencia casi 'eremita', desconectado del bullicio de la sociedad. No obstante, su afán por el arte le llevó a París para estudiar la geometría de Picasso y a viajar por Europa para ver las obras de figuras como Kandinski en San Petersburgo, sin olvidar la valiosa conversación que mantuvo con Miró, un momento que revivió con fuerza en su memoria.

A medida que avanzaba su carrera, los pocos que pasaron por su santuario artístico comenzaron a denominarlo el 'pintor de las mil caras', en referencia a los numerosos retratos que realizó sobre este tema. Según afirma Julio Robisco, en esos más de mil retratos, Máximo forjaba su propio recorrido, creando un universo donde sus representaciones coexistían con las distorsiones cubistas de Picasso y los desgarradores rostros de Bacon, una conexión temática que destacó en la presentación de su obra tras su partida.

Para aquellos que tuvieron la fortuna de conocerlo, Julio Robisco lo describe como una "hoguera en el arrabal seguntino", un hombre que dedicó su vida a la autenticidad y que valoraba la excelencia en su labor artística. En sus palabras, Máximo fue el 'pintor pastor' que se entregó a crear cuadros que, como las páginas de una novela, narraban la historia de su vida plena y rica en experiencias.