CUENCA, 8 de noviembre. En una emotiva velada, María Rozalén ofreció su primer concierto en el Auditorio de Cuenca tras la devastadora DANA que ha dejado a su pueblo, Letur, sumido en el dolor. La artista, con las heridas de su comunidad aún frescas, utilizó su potente voz como un instrumento de sanación, convirtiendo sus canciones en auténticas cirujanas que buscan arreglar las vulnerabilidades y desilusiones que la tragedia ha dejado a su paso.

El interés por este evento fue tal que el auditorio, que ya es conocido por su capacidad limitada, vio cómo más de 1.000 asistentes se unieron al concierto, muchos de ellos sin asiento asignado, contribuyendo generosamente a la fila cero. Esta iniciativa fue promovida por la Universidad de Castilla-La Mancha, con la finalidad de recaudar fondos destinados a los pueblos más afectados, Letur y Mira, en la región de Castilla-La Mancha, que han enfrentado la dura embestida del fenómeno meteorológico de octubre.

Rozalén se presentó en el escenario acompañada de su habitual intérprete de lengua de signos, Bea Romero, así como por Javi Collado, un talentoso percusionista de Tarancón, y Samuel Vidal a la guitarra. La ovación estruendosa que recibieron al inicio del concierto estableció un altísimo estándar de emoción que acompañaría el resto de la noche.

La cantautora, que recientemente ha estado ayudando en su pueblo, compartió con el público conquense que el hallazgo de varios desaparecidos ha traído algo de consuelo en medio de la angustia que han estado atravesando. "Es momento de encontrar fuerzas y de mirar hacia adelante con esperanza brillante", afirmó, entre lágrimas. Rozalén también enfatizó que, aunque el poder de la naturaleza es colosal, la fortaleza del ser humano lo es aún más.

Desde su posición en el escenario, la cantante instó a todos a "celebrar la vida", un lema recurrente en sus presentaciones, y les animó a visitar Letur y Mira cuando las comunidades comiencen su recuperación, a pesar de tener que lidiar con las cicatrices que haya dejado la tragedia.

En el segmento acústico del concierto, Rozalén entrelazó melodías tradicionales como 'La Paloma', 'Llorona' y el 'Fandango de Liétor' con su propio repertorio. Algunas de estas canciones, que habían permanecido guardadas durante años, cobraron un significado renovado, como 'Mar en el trigal', que reflexiona sobre las limitaciones que nos impiden apreciar la belleza que nos rodea: "Que reviente la grieta / Que llegue la calma a la oscuridad / Y brille la luz en la tempestad".

Entre sus composiciones más recientes, destacó 'Entonces', una canción que evoca su infancia en Letur y que ahora adquiere una nueva dimensión tras la catástrofe, convirtiéndose en una pieza nominada a los próximos Grammys Latinos. Las letras reflejan un deseo de regresar a un tiempo y lugar que, tras los eventos recientes, nunca será el mismo: "Yo quiero volver al cuándo / No quiero volver al dónde".

Tampoco faltaron otras de sus canciones reconocidas como '80 veces' y 'La puerta violeta', en un primer bloque donde Rozalén compartió el escenario con su amigo Javi Collado, quien ha sido parte fundamental de su trayectoria artística y social, especialmente en eventos como el festival Caño On, que él organiza en Tarancón.

En la parte final del concierto, la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Castilla-La Mancha, bajo la dirección de Miriam Castellanos, se unió a Rozalén para ofrecer arreglos especiales de canciones como 'Yo no renuncio' y 'Todo sigue igual', una conmovedora pieza dedicada a su padre que provocó momentos de intensa emoción entre los asistentes en el auditorio.

Después de una hora y media de actuaciones vibrantes, el 'Fandanguillo manchego' cerró la noche en un ambiente de profunda gratitud. Los asistentes se pusieron de pie para brindar un aplauso de agradecimiento a Rozalén y a todos los que participaron en la velada, asegurando que el reconocimiento de su endeavor se sintió también en Letur y Mira, dos comunidades que jamás se olvidarán de esta memorable presentación.