Una década ha pasado desde que María Chamón perdió a su hija Laura del Hoyo, y cada agosto, su madre se enfrenta a la dura realidad de revivir uno de los tragédias más impactantes en la historia reciente de Cuenca. El asesinato de Laura y su amiga Marina Okarynska, perpetrado por el expareja de Marina, Sergio Morate, continúa siendo un tema de conversación en el entorno mediático, y María se ha convertido en la voz que recuerda la necesidad de no olvidar.
“El mejor homenaje que podemos ofrecerles es recordarlas a diario”, manifiesta María, quien mantiene una actitud valiente ante su pérdida. Agradece que el caso no caiga en el olvido, un suceso que define como “muy dramático y cruel”. Con una fortaleza admirable, dice: “Vivo por ella, y seré como el junco que se dobla pero nunca se quiebra”.
María rememora con tristeza el 6 de agosto de 2015, cuando Laura le anunció que saldría a tomar algo con Marina. Aquella tarde, Laura realizó una serie de actividades normales, pero al no regresar, la angustia comenzó a crecer. Al recibir una llamada de su otra hija, Sonia, preguntando por Laura, el temor se hizo palpable y no dudaron en buscar ayuda.
Fueron al barrio del Pozo de las Nieves y hallaron una vecina que las tranquilizó momentáneamente al confirmar que había visto a Laura partir con Marina. Sin embargo, eso pronto se tornó en inquietud cuando la familia decidió reportar la desaparición a las autoridades. Un sentimiento de pavor se apoderó de ellas cuando Olga, la madre de Marina, también expresó su preocupación sobre el paradero de su hija tras enterarse de que había ido a ver a Morate.
La tarde avanzaba y las horas transformaban la situación en una pesadilla. A pesar de que inicialmente la policía trató el caso como una desaparición, la familia de Laura siempre desestimó esa posibilidad. María revela que, en un principio, le parecía más plausible que las chicas hubieran tenido un accidente, nunca imaginando la terrible verdad que se develaría.
La angustia aumentó considerablemente cuando, al conducir cerca del domicilio del exnovio de Marina, se encontraron con el coche de Laura. Las pertenencias de Laura estaban dentro, pero no había rastro de Marina. La policía, al llegar, rápidamente se dio cuenta de que algo no encajaba, y el caso se tornó sombrío.
Los días siguientes fueron un verdadero torbellino de emociones y expectativas. María y su familia estaban convencidos de que Sergio Morate tenía a las chicas en cautiverio y aguardaban cualquier señal que les proporcionara esperanza. María expresa su agradecimiento por la labor de la policía en esos momentos tan difíciles, destacando la dedicación del comisario Paco Sánchez, quien sigue siendo una figura importante en su vida.
Mientras tanto, la comunidad se unió a la tragedia y María no podía evitar sentir la gratitud por el apoyo que recibió de los conquenses y de toda España. Participó en una manifestación masiva que reflejaba la solidaridad hacia su causa. Sin embargo, cuando se enteró de que los cuerpos de las chicas habían sido encontrados, la felicidad se transformó en desolación.
La familia recibió la noticia del arresto de Morate en Rumanía con un dolor inigualable. Han pasado años, y luego del juicio que dictó una sentencia de 48 años de prisión para el asesino, la lucha de María no se ha enfriado. Ella no olvida que, a pesar del encarcelamiento de Morate, su hija permanece en su tumba mientras que él vive, al menos en la prisión, bajo condiciones que no considera justas.
María siempre estará agradecida con quienes colaboraron durante la búsqueda de su hija y su amiga, y los lazos que ha tejido desde esa tragedia con destacados funcionarios no ha pasado desapercibido. Desde el presidente de Castilla-La Mancha hasta personalidades de la realeza, cada encuentro ha estado repleto de gestos de apoyo que le han ayudado a sobrellevar su dolor.
En el Paseo del Huécar, un monolito se erige en memoria de Laura y Marina. Maria recuerda cómo este lugar, que solía ser el preferido de Laura, simboliza un recuerdo eterno. A pesar de llevar flores durante años, ha cesado esa tradición, sintiendo que su presencia en el lugar no es bien recibida. Consciente de la oscuridad que puede haber en la sociedad, decide no organizar ceremonias que puedan incomodar a otros, reservando el 6 de agosto para honrar la memoria de Laura en su propio corazón.
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